Hacía muchos días que no tenía un mal humor tan insoportable como hoy. No me pasó nada raro… sólo me levanté pensando que era viernes, mientras una amiga me golpeaba la cara al son de “despertate morsa”.
Me levanté bien. Dormí en la casa de una amiga a la que acompañe a hacerse una operación. Por pedido de ella me quedé en su casa por si necesitaba alguna cosa.
Me bañé, desayuné… Hasta ahí bastante bien.
Me estaba por volver, pero me dije “la mitad de lo que tengo que hacer lo puedo hacer acá, y de paso me quedo un rato mas por si llegara a surgir alguna necesidad”. El humor de mi amiga a veces puede llegar a sorprender. Ella, quería que me fuera. De todas maneras yo ya había empezado a escribir unas notas para publicar “hoy viernes” con una velocidad digna de una agencia de noticias. Cuando terminé me fui. “Cualquier cosa gritá piba”. Chau.
Me lancé a la calle… me tomé el 7 a retiro… En un día normal ese viaje podría tardar 15 minutos, no más que eso. Pero como hoy no es un día normal, sino el día de mi mal humor, tardó 45 minutos porque el trafico se andaba tomando su tiempo. El colectivo que me tomé en retiro tardó otro tanto en salir de BsAs. Ahí ya empecé a impacientarme.
El bondi al que me subí olía a… baño sucio, un olor tan fuerte que me quise bajar todo el camino. Como el bondilero va subiendo gente por el camino, hasta antes de subir a la autopista que viene hasta La Plata, en una parada pensé ingenuamente que mi destino había cambiado y que el guapetón que venía por el pasillo estaba relojeando el asiento que estaba vacío a mi lado.
Pasó de largo.
Pero eso no es lo más grave. Como siempre, la que sí se sentó al lado fue una grandota que me ocupó la mitad de mi asiento y por supuesto ganó sin esfuerzos el posa brazos… No contenta con eso, ni bien subimos a la autopista empezó con un ronquido que se fue convirtiendo progresivamente en un GRAZNIDO insoportable. Nunca pensé que esa batería de sonidos podría llegar a salir de una sola persona. La gente me miraba, como diciendo “decile a tu vieja que se rescate”… Dos horas después de haber salido de la casa de mi amiga llegué a La Plata.
En el camino, dirimí si me iba a la oficina donde trabajo antes de venir a casa y comía algo en el camino o si venía a casa y después me iba a la oficina. Como no tengo un morlaco, decidí venir a comer a casa donde mi hermana ya había preparado la comida. La preparó con amor, y con cientos de utensilios que tuve que lavar posteriormente. Para los que no la conocen, es técnica superior en cómo ensuciar la mayor cantidad de cosas para hacer una ensalada de lechuga y tomates.
Sigo. Me comí el almuerzo en lo que canta un gallo. Lavé, lavé y seguí lavando hasta que ya no hubo mas nada en el fondo.
Seguí pensando que era viernes así que me disponía a salir para la oficina cuando mi hermana, la cocinera, me dice que mañana viene el técnico a arreglar el lavarropas (una de las tantas cosas que se rompieron en mi casa junto con el termo tanque, el horno, y una falsa alarma de la PC). ¿Mañana sábado?- le pregunté sorprendida por el peronismo del técnico. “mañana es viernes”…
Así fue como me di cuenta que mañana no empieza el fin de semana, que hoy es 14 de febrero día de “los enamorados”, y que esto último puede estar haciendo que inconscientemente quiera mas que nada en el mundo que este jueves termine, y que mañana sea viernes último de la semana, antecesor del bien merecido sábado… y día de la nada.