lunes, septiembre 09, 2013

La vida es como la decís.

Me di cuenta que las paradojas se me hacían amigables antes, que sabía reirme de ellas a través de este blog. El problema es que no tengo ya ni de cerca la gracia que otrora tenia para contar mis andanzas y tampoco la perspicacia de tomarme la vida con esos tintes rosados. La vie ne est rose. Rose le peloté. La cuestión es que me vengo a recontrar. Y leyendo, creo que algo aprendí de aquellas notas mentales que en algún momento supieron explayarse por mis dedos directo al cyberespacio y quedar grabadas en este rincón gracias a los estados unidos de américa dueños de toda la internet del mundo.

La vie est comme vous le dites, il est.

La vida es como la enunciás. La vida es cómo la decís. Y yo me la paso hablando de mi vida, y hoy es asim, mañana es asam, y pase lo que pase ni mi naufragio divanero va a lograr llevarse esta conclusión.
Y hoy, más Lucha que nunca, me resisto al molde tibio de la vida y por mas que ensaye no logro incorporarme al mundo sin sentir que el cuerpo va separado de mi mente. En Melmac las cosas han de ser bien diferentes.
Pasé mi etapa de los trabajos de subsistencia, superé los Donald Trumps, los sueldos mitad blanco mitad negro, el data entry, la carga de libros nuevos y hasta el cadetismo. Un buen día Zaz! Soy comunicadora. Me menciono como todas esas letras. Lo interiorizo. Me lo creo. Me lanzo a comunicar a diestra y siniestra. De golpe me siento una feminista. Una rara. Estudio, miro, examino, me convenzo. Soy una especie rara de feminista. Estoy convencida. Bien, gracias. Ahi voy! En el medio puertitas que se abren. “Permisoooo” (tímida) “Pasá”, paso. Entro. Me quedo. Me acomodo. Después sigo por otros lares. Pruebo, chusmeo. Estoy tranquila. Porque hasta ahí todavia tenía veinti... Así, muy tranquila me gané el poder mencionarme a mi misma. Soy una comunicadora rara y feminista (y no necesité intentar que funcione una relación lesbiana para darme cuenta, lo cual me hace mas rara) Y así, al infinito y mas allá. Voy por aquí, voy por allá, surfeando las olas, con miedo pero también con coraje. “Si no lo sé lo intento. Todo es posible”. Positivismo inherente al propio extraño mundo.

Esto para poner en autos, y todo para decir que cumplidos los treinta todo puedo ser hermoso y una mierda a la vez. En pocos meses, una serie de cambios me regresaron aquí. Acá estoy. Re caliente con la vida otra vez, porque no la entiendo. Me puse a estudiar de nuevo, justo cuando por un error en la matrix me olvidé que había que estar bien loca para volver al claustro. Y de buenas a primeras ahi me vi, sentada frente a un “detentor del saber” que quiere explicarme por dónde viene. Con un poco de paciencia lo superé y me senté a escribir en el cuadernito.

La suerte venía de mi lado, todo iba saliendo como el destino indicaba que tenía que salir: a mi favor siempre. Ahí fue cuando conseguí un trabajo en el Estado. Gracias Argentina, por fin me abrazaste en tu seno........ así fue como me convertí... lean bien, en la Reina del PPT (doble P guanacos, doble P). Todo lo que hago desde hace un año son presentaciones en power point, aunque también di una vueltas por el prezi. Media maestría y una carrera de grado para ser La Reina del PPT. Pero destino quiso torcer el rumbo, y ahi fue cuando dije “acatáaaaa”. Entré a laburar en un proyecto lac, osea latinoamericanoydelcaribe. Vamos carajo! Ahora si, me motivé. A generar comunicación con énfasis en los procesos! Si señores! No. No señores. A nadie le importan los procesos señores. “Flipé?”. Si, flipaste. Dale, laburá sola. Bueno.

Positivismo se interpuso. No es que me dejé caer. “Al menos estoy ahorrando. A ver, ¿que hago? Ah si! Me hago la burguesa”. Compré cosas. Clin, clin clin. Caja. Deme este, deme aquel. Este lo pongo acá, este allá (debo decir a mi favor que jamás sucumbí ante una revista de decoración). Me siento y digo: “Ah... que bien! en cualquier momento debe estar por sentirse la felicidad.” En dos meses cambié el color de toda la casa, compre muebles, me mudé de habitación, me inventé una oficina... Debe estar por llegar. “Eu! Acá! Acá esta la puerta Felicidad! Mirá como puse todo. Pasá!!! Dale” Nada. No. Sólo abro la puerta y veo una casa que no es la mía, porque la mía era de otro color. Duermo y despierto mirando un techo raro. Dónde están mis muñecotes? Ah cierto, los regalé a todos, cierto que crecí. Cierto que ahora soy treinti. Bueno, dejo la puerta abierta. Debe estar por llegar.

Dendemientras... mis pensamientos juegan con poner un kiosco y darle la revancha a ese sueño de vieja data de abrir todos y cada uno de los chicles hasta encontrarlo finalmente. Ahí lo veo, diría que casi lo tengo enfrente. Es él, “el envoltorio dorado”. Y es mio!