
Fuimos como un salto brusco en el guión, como el más grosero error de continuidad. Porque un día andábamos como siempre, cada cual intensa y presumidamente abocado a lo personal, y plano siguiente estábamos animándonos por los rincones. Aún así, pasó desapercibido. Para los demás.
Y casi. Casi. Casi. Casi.
Ahora todo vuelve a la prolijidad digna de un guión sin sobresaltos. No estoy orgullosa, aunque no me quejo... Fuimos por un ratito una de Woody Allen.
Pero no pudimos dejar de pensar en el final.




